
Como un gran tumor, lleno de excesos, obsesiones, adicciones y dependencias, el mundo parece hincharse, el apetito voraz de la gran masa es insaciable. Mientras todo se ensancha, los límites se desdibujan a punto de explotar, no hay un gran Big Bang, la tan esperada conclusión: solo explosiones contenidas, y la gastada convicción del día a día.
Desde esta perspectiva de metástasis social, híper-modernidad, hibridación, reabsorción de contraculturas, absurdos, contradicciones y extremos, me interesa la búsqueda constante de identidad, certezas, placer inmediato y felicidad; la fabricación de realidades, ficciones y mitologías, lo fantástico como estrategia de dominio y supervivencia, manifestaciones culturales del deseo, este deseo que es manipulado para dominar, transformado en fuga.
Obsesivamente recopilo revistas, catálogos, recortes, objetos de desecho, basura, juguetes, restos de comida, postales, monas, sobres de azúcar, chocolates, etc. Los cuales guardo clasificados por temas, en una especie de archivos de mitos, que se han convertido en fundamento de mi metodología de trabajo: Recolectar, seleccionar, clasificar, almacenar, desglosar, construir, pegar, re armar, disponer, componer, fotografiar. El resultado de este proceso es materializado en producciones que incluyen un amplio rango de medios, en donde prevalecen los conceptos de fragmentación, re-apropiación y re-utilización: collage-ensamblaje-bricolaje.













Es una instalación in-situ, conformada por cajetillas vacías de cigarrillos (que he acumulado durante años, consumidas por mi o por la gente que me rodea) instaladas, alineadas en curva o en círculos, sobre el piso y la pared, con otro elemento un encendedor, y un soldado de plástico con una granada en la mano. Una delgada línea divisoria entre el bien y el mal, sutil y frágil frontera entre lo legal y lo ilegal, entre lo público y lo privado, lo moral o lo inmoral, el vicio y el hábito; Un límite establecido, barrera, línea de fuego, línea curva caprichosa y vacía.
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